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Friday, December 13, 2013

Dioses Aztecas

La mitología mexica o mitología azteca


La mitología mexica o mitología azteca es una extensión del complejo cultural conocido como nahua o anahuac, formando parte de un mundo prehispánico varios son los pueblos que tienen rasgos culturales comunes y que no por ello se reúnen en el concepto Mesoamérica.1 No obstante las peculiaridades que diferencian unas culturas de otras, así como la disparidad entre el tiempo y el espacio, son evidentes varios aspectos esenciales en cuanto a la pretendida explicación de la existencia del mundo, del fluir del tiempo, de la vida y del creador, de entre ellos hay tales semejanzas que pocas veces se habla de religiones mesoamericanas, y sí con frecuencia de una religión común;1 los mexicas se consideraban como el pueblo elegido por el sol, encargados de garantizar su recorrido por el cielo, alimentándolo, por lo que éste sentimiento fue reforzado por la reforma social y religiosa de Tlacaéletl bajo el reino de los emperadores Itzcóatl, Moctezuma I y Axayácatl a mitad del siglo XV.

Ometéotl

Ometéotl (náhuatl: ometeotl, ‘dos dios’‘ome, dos; teotl, dios’)? en la mitología mexica es el dios de la dualidad; eruditos como Miguel León-Portilla traducen a Ometecuhtli (náhuatl: ometecuhtli, ‘dos señor’‘ome, dos; tecuhtli, señor’)? y Omecíhuatl] (náhuatl: omecihuatl, ‘dos señora’‘ome, dos; cihuatl, señora’)? como Señor y Señora de la dualidad, implicando un solo dios de carácter dual llamado Ometéotl. Ometecuhtli, representa la esencia masculina de la creación y es esposo de Omecíhuatl y padre de Tezcatlipoca rojo (Xipetótec), Tezcatlipoca negro (Tezcatlipoca), Tezcatlipoca blanco (Quetzalcóatl), y Tezcatlipoca azul (Huitzilopochtli). Este es un dios antiguo, que no tenía templos, y era casi desconocido por el pueblo, pero muy nombrado en los poemas de las clases altas. Debido a que se lo menciona de una manera que parece ignorar el resto de la Cosmogonía mexica, León Portilla sugiere que tal vez los sabios mexicas estaban en un proceso de aglutinar a los demás dioses en esta deidad.

Ometeótl es también llamado in Tonan, in Totah, Huehuetéotl (náhuatl: madre nuestra, padre nuestro, dios viejo )? como dualidad y unidad masculino-femenina, reside en Ilhuicatl-Omeyocan (náhuatl: ilhuicatl-omeyocan, ‘el cielo donde (está) la dualidad’‘ilhuicatl, cielo; ome, dos; yotl, creación; omeyotl, dualidad; can, lugar’)? que, a su vez, ocupa el más alto lugar de los cielos, él/ella es padre/madre del universo y cuanto hay en él, como "Señor y Señora de Nuestra Carne y Sustento", suministra la energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a cada cosa su naturaleza particular. Es en virtud de estos atributos que se lo/la llama "El Uno Mediante Quien Todos Vivimos" y el/la que "es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas".

« En ningún lugar puede ser
La casa del sumo árbitro;
En todo lugar es invocado,
En todo lugar es venerado;
Se busca su renombre, su gloria en la tierra

Nadie puede ser,
Nadie puede ser amigo
Del que hace vivir a todo;
Solamente es invocado,
Sólo a su lado y junto a él

Puede haber vida en la tierra».

Por ser metafísicamente inmanente, Ometéotl es llamado/a Tloque Nahuaque (náhuatl: ‘amo de lo cercano y lo lejano’)? o (náhuatl: ‘el/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca’)?, en tanto epistemológicamente trascendente se lo/la llama Yohualli-ehecátl (náhuatl: ‘uno que es invisible (como la noche) e intangible/impalpable (como el viento)’)? recibe también los nombres de Moyocoyatzin (náhuatl: ‘el inventor de sí mismo’)? y Ipalnemohuani (náhuatl: ‘el dador de vida’)?.1

La existencia de Ometéotl es sostenida y defendida por Caso, León-Portilla y López Austin

Ometéotl

Ometéotl (náhuatl: ometeotl, ‘dos dios’‘ome, dos; teotl, dios’)? en la mitología mexica es el dios de la dualidad; eruditos como Miguel León-Portilla traducen a Ometecuhtli (náhuatl: ometecuhtli, ‘dos señor’‘ome, dos; tecuhtli, señor’)? y Omecíhuatl] (náhuatl: omecihuatl, ‘dos señora’‘ome, dos; cihuatl, señora’)? como Señor y Señora de la dualidad, implicando un solo dios de carácter dual llamado Ometéotl. Ometecuhtli, representa la esencia masculina de la creación y es esposo de Omecíhuatl y padre de Tezcatlipoca rojo (Xipetótec), Tezcatlipoca negro (Tezcatlipoca), Tezcatlipoca blanco (Quetzalcóatl), y Tezcatlipoca azul (Huitzilopochtli). Este es un dios antiguo, que no tenía templos, y era casi desconocido por el pueblo, pero muy nombrado en los poemas de las clases altas. Debido a que se lo menciona de una manera que parece ignorar el resto de la Cosmogonía mexica, León Portilla sugiere que tal vez los sabios mexicas estaban en un proceso de aglutinar a los demás dioses en esta deidad.

Ometeótl es también llamado in Tonan, in Totah, Huehuetéotl (náhuatl: madre nuestra, padre nuestro, dios viejo )? como dualidad y unidad masculino-femenina, reside en Ilhuicatl-Omeyocan (náhuatl: ilhuicatl-omeyocan, ‘el cielo donde (está) la dualidad’‘ilhuicatl, cielo; ome, dos; yotl, creación; omeyotl, dualidad; can, lugar’)? que, a su vez, ocupa el más alto lugar de los cielos, él/ella es padre/madre del universo y cuanto hay en él, como "Señor y Señora de Nuestra Carne y Sustento", suministra la energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a cada cosa su naturaleza particular. Es en virtud de estos atributos que se lo/la llama "El Uno Mediante Quien Todos Vivimos" y el/la que "es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas".

« En ningún lugar puede ser
La casa del sumo árbitro;
En todo lugar es invocado,
En todo lugar es venerado;
Se busca su renombre, su gloria en la tierra

Nadie puede ser,
Nadie puede ser amigo
Del que hace vivir a todo;
Solamente es invocado,
Sólo a su lado y junto a él

Puede haber vida en la tierra».

Por ser metafísicamente inmanente, Ometéotl es llamado/a Tloque Nahuaque (náhuatl: ‘amo de lo cercano y lo lejano’)? o (náhuatl: ‘el/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca’)?, en tanto epistemológicamente trascendente se lo/la llama Yohualli-ehecátl (náhuatl: ‘uno que es invisible (como la noche) e intangible/impalpable (como el viento)’)? recibe también los nombres de Moyocoyatzin (náhuatl: ‘el inventor de sí mismo’)? y Ipalnemohuani (náhuatl: ‘el dador de vida’)

Tonacatecuhtli

Tonacatecuhtli (náhuatl: tonacatecuhtli, ‘señor del sustento’‘tonacayotl, sustento; tecuhtli, señor’)? es el dios mexica de la creación y de la fertilidad. Habitaba los cielos superiores. Durante la creación del mundo lo hacedores del universo vertical y horizontal en la Cosmogonía Náhuatl,8 siendo los hijos únicos de la pareja creadora Ometecuhtli y Omecíhuatl, de los cuales recibieron la habilidad de la creación de sus padres,9 estos dioses son los únicos que pueden crear otros a seres vivos sin procrearlos.4 De entre ellos se encuentran Tláloc, Chalchiuhtlicue, Mictlantecuhtli, Mictecacíhuatl, Xiuhtecuhtli y Chantico.

Tezcatlipoca Negro



Tezcatlipoca AFI [teskatɬiː'poka] (náhuatl: tezcatlipoca, ‘espejo negro humeante’‘tezcatl, espejo; tliltic, negro; poca, que humea’)? en la mitología mexica (y otros pueblos mesoamericanos de habla náhuatl), es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.


Tezcatlipoca AFI [teskatɬiː'poka] (náhuatl: tezcatlipoca, ‘espejo negro humeante’‘tezcatl, espejo; tliltic, negro; poca, que humea’)? en la mitología mexica (y otros pueblos mesoamericanos de habla náhuatl), es el señor del cielo y de la tierra, fuente de vida, tutela y amparo del hombre, origen del poder y la felicidad, dueño de las batallas, omnipresente, fuerte e invisible. Entre los nahuas, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca son dualidad y antagonía. Quetzalcóatl es llamado también Tezcatlipoca blanco en tanto que el color de Tezcatlipoca es el negro.


Ometéotl, el creador, el principio dual, masculino y femenino, en la cultura nahua, viviendo en el decimotercero cielo, engendró cuatro hijos: el primero fue Xipe Tótec (Tezcatlipoca Rojo o Camaxtle), el segundo fue Tezcatlipoca (Tezcatlipoca negro), el tercero fue Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y al cuarto lo llamaron Huitzilopochtli (Tezcatlipoca azul o colibrí zurdo).

Leyenda
En una de las leyendas nahuas, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl originaron al mundo. Existía solo un océano primigenio, donde únicamente vivía el monstruo de la tierra, Cipactli, Tezcatlipoca ofreció su pie como señuelo, y el monstruo de la tierra emergió y se lo comió. Entonces, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se apoderaron de él, y lo extendieron para convertirlo en la tierra. Sus múltiples ojos se convirtieron en estanques y lagunas, y sus fosas nasales son las cuevas. Para resarcir el daño que le hicieron al monstruo de la tierra, Tezcatlipoca exige ofrendas humanas, consistentes en dar de cada uno lo mejor de sí, alcanzando la trascendencía a través de la acción y la preservación de la naturaleza. Entre los toltecas, era un protector transformador que descendió del cielo a la tierra valiéndose de una tela de araña, para destruir la obra de Quetzalcóatl, a quién se le apareció bajo el aspecto de un viejo que le ofreció el brebaje de la inmortalidad, pero éste era en realidad una bebida enloquecedora. Los espíritus de los muertos debían presentarse ante Tezcatlipoca para recibir su sentencia vestidos con una piel de ocelote y con un yugo de madera al cuello. Antes de entrar en el reino de la muerte, la morada de Mictlán, eran sometidos a varias pruebas.

Caracterización

Sus representaciones eran pintadas con un tipo especial de tintes con reflejos metálicos; solía aparecer representado con una franja negra en el rostro y un espejo de obsidiana en el pecho, donde veía todas las acciones y pensamientos de la humanidad, y del cual brotaba un humo que mataba a sus enemigos; la condición de espejo resume a Tezcatlipoca, los contrastes y dualismos presiden todas sus funciones, Tezcatlipoca también es representado con una franja negra en el rostro y en una pierna muestra un hueso expuesto donde debería estar el pie, como un jaguar, el que va al corazón de la montaña (Tepeyolohtli), fuerza interna de la Madre Tierra, el sol nocturno; su emblema es un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro y cortante, como las palabras que desarmonizan el entorno y la comunicación cuando no se emplean adecuadamente.
Tezcatlipoca es, señor del lado norte del universo, que se identificaba con el Mictlán, región del reposo, y se llama Mictlampa, rumbo de los muertos. Se asocia con el color negro, con la imagen del Técpatl o cuchillo de pedernal, lo preside Yayauhqui Tezcatlipoca (Oscuro espejo su esplendor); el norte es una región árida por donde soplan los vientos fríos; él tenía la habilidad de conocer los pensamientos y los sentimientos, además de ser omnipresente; es el guerrero del norte, representa el cielo nocturno, la luna y las estrellas, es llamado "noche y viento, el árbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad"; es el dios de la noche y la tentación, una de sus características más relevantes es poseer la juventud eterna, por eso era llamado telpochtli (el siempre joven); es invisible, virtud por la que se lo creía omnipresente y se le atribuye además el nombre yáotl (el enemigo), como la creación del aire y la música (en una mano porta flechas, en la otra una flauta). Es el dios que da y quita la riqueza, es el protector de los esclavos.
Tezcatlipoca fue el dios azteca de la noche y todas las cosas materiales. Llevaba consigo un espejo de cualidades mágicas, que emanaba humo y era capaz de matar al enemigo, aspecto por el que también era llamado dios del espejo humeante. Fue deidad de la región norte y, como señor del mundo y de las fuerzas naturales, era el oponente de Quetzalcóatl, relacionado con lo espiritual; juntos complementaban la dualidad antagónica con que la cosmogonía azteca explicó el mundo. Entre los investigadores aún no existe acuerdo sobre quién, de los dos, fue el dios principal en el panteón, aunque no se duda de que ambos lo fueran. En ocasiones, Tezcatlipoca aparece en las narraciones como un tentador de los hombres, instándolos al mal: castigando la maldad y recompensando la bondad, él ponía a prueba la mente de los hombres frente a las tentaciones. También era el dios de la belleza y de la guerra, señor de héroes y muchachas preciosas, representado siempre con un cuerpo joven y hermoso. Una leyenda cuenta cómo el mundo fue creado por Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, cuando sólo existían el océano y un monstruo de la tierra que habitaba sus aguas. Entonces, Tezcatlipoca ofrendó su pie, utilizándolo como carnada para atraer al monstruo hasta la superficie, en donde, tan pronto asomó, fue capturado por ambos dioses, que lograron estirar su cuerpo a lo largo del globo, creando así la superficie terrestre, la tierra firme. La herida de batalla aparece representada toda vez que se evoca a Tezcatlipoca, quien aparece con una de sus piernas sin pie.

Ceremonias consagradas

En honor a Tezcatlipoca se hacían las fiestas segundas en importancia después de las correspondientes a Huitzilopochtli; su nombre fue probablemente tomado de Tézcatl, que es el mes en el que se celebraba, aparte que significa espejo y luna, dado que Tezcatlipoca era un dios lunar, caracterizado por el espejo, la fiesta era celebrada el 19 de mayo. Consistía en la ofrenda simbólica de un joven que representaba a Tezcatlipoca. Un esclavo era elegido para ser sacrificado y durante un año era tratado como un dios en la tierra. Era escogido por no tener tacha alguna en su cuerpo, por tener los cabellos hasta la cintura, y por ser agraciado y fuerte. Recorría las calles tocando la flauta y siendo adorado, para esto se le eran asignados 12 acompañantes, uno de ellos le sustituiría si él escapaba. Se escogían 4 sacerdotisas para que cumplieran todos sus deseos durante el año y 20 días antes de su sacrificio se casaba con ellas, siéndoles asignados los nombres de las diosas (Xochiquétzal, Xilonen…) a cada una. La fiesta tenía alrededor de 6 o 7 fases, en las que participaba el pueblo. En las primeras 4 fases, es la imagen de Tezcatlipoca la que es ataviada, vestida y adorada, por el pueblo y por jóvenes de ambos sexos, que lo cubrían con cuerdas de maíz. Al final del año, el pueblo hacía sacrificios de animales pequeños, dejaba comida al ídolo, la cual recogían los sacerdotes y hacían ofrendas de joyas, mantas y copal. Al joven le cortaban el cabello “como a un capitán” y lo vestían con joyas y mantas. Los últimos 5 días se pasaba de ciudad en ciudad, junto con sus esposas, hasta que finalmente debía subir a un templo ubicado a una legua de Tenochtitlán, rompiendo cuatro flautas que representaban los puntos cósmicos. Cuando ascendía, se recostaba en una piedra y se le arrancaba el corazón.

Caracterizaciones de Tezcatlipoca en los seres humanos

Las principales asociaciones que se encuentran de Tezcatlipoca en los códices calendáricos y en la tradición oral son las siguientes:


Chalchuiutotolin: guajolotito de jade. El totolin o huexolotl representa la exaltación de la importancia personal, el ego de los humanos, estos se inflan el pecho como los guajolotes enorgullecidos de su plumaje. El chalcuitotolin por el contrario es un guajolotito, mantiene su ego chiquito y los chalchuiutes, piedras de jade, son símbolo de belleza. El chalchuiutotolin representa un ego hermosamente mantenido pequeño, humildad. Los antiguos nahuas que iban a ejercer un cargo público debían de ser personas que convirtieron su actitud totolin en una chalchuiutotolin, quienes vencían su ego ya eran aptas para regir con honestidad, sin ambiciones de poder o superioridad personal.


Ixnextli: la que tiene ceniza en su rostro. Ixnextli representa una cualidad asociada a Tezcatlipoca que se presenta únicamente en las mujeres de entre 11 y 17 años, pero que la mayoría decide ocultar, por eso ocultarse el rostro con ceniza. En el momento de pasar de la niñez a ser adulto, en ese momento de cambio se pueden desarrollar ciertas cualidades en las mujeres como mover objetos con el pensamiento o afectar a quien se tenga un enojo dirigido.
Ixquimilli. El que tiene los ojos vendados. Es una cualidad sensorial, desarrollar la sensibilidad del tacto, oído y olfato. Agudizar estos sentidos permite que las personas sientan los cambios de temperatura, percibir formas y colores con el tacto.
Tepeyolohtli: corazón del monte. Se asocia con Tezcatlipoca, es el trabajo interno, la introspección de nuestro ser; además está práctica es también adentrarse en el interior de la naturaleza, en el interior de la mente universal a la cual formamos. Las montañas, cuevas y bosques es donde se desarrolla mejor esta cualidad, por la fuerza de que estos emanan y por la oscuridad que ofrecen. Los iniciados en la ciencia de Tezcatlipoca eran llevados a estos lugares donde habita el ocelote para trabajar en sí mismos.
Oztohteotl: fuerza que emana de las cuevas. Oztoc significa cueva, y teotl es el principio creador. Relacionado con tepeyolohtli. Estando en el interior de las cuevas, es la fuerza que activa los sentidos adormecidos para integrarse cada ser a su subconsciente para conocerse a sí mismo, conocer el todo del que forma parte.
Itzpapalotl: mariposa de obsidiana. Es la energía femenina, se manifiesta desde que se mete el sol, alcanzando su zona de mayor influencia a la medianoche y descendiendo hasta desaparecer cuando sale el sol. Se agudizan los sentidos para la oscuridad de la noche; visión, tacto, olfato, intuición, en general todas las percepciones. En energía femenina que afecta a mujeres y hombres.
Ixcuinan: las madres que toman el rostro. Proviene de ixtli: rostro, nantli: madre y el verbo cuia: tomar. Es la fuerza de las mujeres que ya fueron madres que pueden conocer a fondo las cosas o personas con solo ver su rostro o su superficie. Las ixcuinan pueden saber si una persona está enferma o si necesita o padece de algo con solo verles, tocarles la cara.
Meztli: luna. Representa como las fases lunares afectan a la mente de los humanos activando la intuición, el intelecto, la energía física.
Tecziztecatl: el del caracol. Representa todo lo que constantemente evoluciona, origen y eternidad. Cambio de nuestras ideas y pensamientos, la evolución de estos desde su origen, esa semilla, pasando por todos los cambios, ajustes, detalles, hasta la eternidad solidificándola con la acción.


Xipe Tótec
Xipe Tótec (náhuatl: xipetotec, ‘nuestro señor el desollado’‘xipe'ua, desollar, descortezar; to'ca, nosotros; tec'uhtli, señor’)? (AFI: ['ʃipe 'totek]) es una deidad de la mitología mexica, éste es el Tezcatlipoca Rojo, su región es el este donde nace el Sol. Es la parte masculina del universo, la región de la juventud y de la aurora, del maíz tierno, la abundancia, la riqueza y el amor. Representa la fertilidad y los sacrificios como el patrono de los orfebres; su nombre significa El Desollado, Nuestro Señor (xipehua, desollar, descortezar o descascarar; to- prefijo posesivo, nuestro, y tec-, prefijo que abrevia tecuhtli, señor), y se debe a que se quitó la piel para alimentar a la humanidad, símbolo de la semilla de maíz que pierde la capa externa antes de la germinación.
Los sacrificados a él eran despellejados por los sacerdotes después de haber sacado el corazón hábilmente, rápidamente el cadáver era llevado a un cuarto privado donde se despellejaba de manera que un sacerdote pudiese vestir la piel completa incluyendo rostro del sacrificado, para luego presentarse nuevamente ante la piedra de sacrificio bailando y danzando con los husos del sacrificado haciendo música y con su singular vestimenta de piel, todo representaba el renacer del sacrificado; era representado como una persona adulta y robusta de piel dorada o de obsidiana, con un tocado, una copa en la mano derecha y un escudo en la otra y viste la piel de los sacrificados(al igual que sus sacerdotes), también se le representa con la idea del más allá que anualmente, los esclavos eran seleccionados como sacrificios a Xipe-Tótec; estos esclavos eran despellejados cuidadosamente para producir una piel casi entera que entonces era usada por los sacerdotes durante los rituales de la fertilidad que siguieron el sacrificio, por lo que se han encontrado las pinturas y varias figuras de arcilla que ilustran el método de despellejado y el aspecto de los sacerdotes usando estas pieles; los totonacas de la ciudad de Cempoala lo veneraron como su dios principal.
Quetzalcóatl
Quetzalcóatl (náhuatl: quetzalcōātl, ‘serpiente emplumada’‘quetzalli, plumaje; cōātl, serpiente’)? es uno de los dioses de la cultura mesoamericana, llegando a considerarse como el dios principal del panteón prehispánico; entre otros, Alfredo López Austin considera precisamente a Quetzalcóatl, como la deidad principal a partir de la cual se generan los demás a partir del desdoblamiento, pero algunos como Miguel León-Portilla, consideran a Tezcatlipoca como el dios principal (ensayo Tezcatlipoca, dios principal) y otros consideran a los dioses que le dieron origen como los principales, surgiéndose como el dios de la vida, de la luz, de la sabiduría, de la fertilidad y del conocimiento, patrón del día y de los vientos, el regidor del Oeste.
Culto

Quetzalcóatl (náhuatl: quetzalcōātl, ‘serpiente emplumada’‘quetzalli, plumaje; cōātl, serpiente’)? representa la dualidad inherente a la condición humana: la "serpiente" es cuerpo físico con sus limitaciones, y las "plumas" son los principios espirituales. Otro nombre aplicado a esta deidad era Nahualpiltzintli, "príncipe de los nahuales". Quetzalcóatl es también el nombre nahuatl de los mesías mesoamericanos y el título de los sacerdotes supremos de la religión tolteca. Se manifestó en diversos profetas históricos, el último de los cuales fue Ce Ácatl Topiltzin, rey de Tula que vivió entre los años 947 y 999 de la era cristiana.
Las enseñanzas de Quetzalcóatl quedaron recogidas en ciertos documentos llamados Huehuetlahtolli, "antiguas palabras", transmitidos por tradición oral y puestos por escrito por los primeros cronistas españoles. Se han publicado traducciones parciales de los mismos, la última debida al antropólogo Miguel León-Portilla. Este concepto también se relaciona con el sexto sol y la finalización del calendario maya en el año de 2012. Debido a que consideraban que todo el Universo tiene una naturaleza dual o polar, los toltecas creían que el Ser Supremo tiene una doble condición. Por un lado, crea el mundo, y por el otro lo destruye. La función destructora de Quetzalcóatl recibió el nombre de Tezcatlipoca, “su humo del espejo”, cuya etimología es la siguiente: Tezcatl, “espejo”, I, “suyo”, Poca, “humo”. Los informantes del padre Motolinía describieron a esta deidad del siguiente modo: «Tezcatlipoca era el que sabía todos los pensamientos y estaba en todo lugar y conocía los corazones; por eso le llamaban Moyocoya (ni), que quiere decir que es Todopoderoso o que hace todas las cosas; y no le sabían pintar sino como aire.» (Garibay, Á.M.: Teogonía e Historia de los Mexicanos)
Con un fin didáctico, el mito acentuaba la contradicción entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca. Sin embargo, su identidad esencial queda establecida en los códices y otros testimonios gráficos, donde ambas deidades comparten los mismos atributos.

Huitzilopochtli

Huitzilopochtli (en náhuatl Huītzilōpōchtli; AFI [wiːtsiloːˈpoːtʃtɬi]:1 ) fue la principal deidad de los mexicas. También fue conocido como Ilhuicatl Xoxouhqui y ha sido asociado con el sol.2 A la llegada de los españoles a Mesoamérica, era la deidad más adorada en el Altiplano Central por imposición de los mexicas. Los conquistadores lo llamaron Huichilobos (el topónimo Churubusco deriva de Huītzilōpōchco)

Nacimiento
Según la leyenda, Huitzilopochtli nació de Coatlicue, la Madre Tierra, quien quedó embarazada con una bola de plumas o algodón azulino que cayó del cielo mientras barría los templos de la sierra de Tollan. Sus 400 hermanos al notar el embarazo de su madre y a instancias de su hermana Coyolxauhqui, decidieron ejecutar al hijo al nacer para ocultar la supuesta deshonra, pero Huitzilopochtli nació y mató a la mayoría. Tomó a la serpiente de fuego Xiuhcoatl entre sus manos , le dio forma de hacha y venció y mató con enorme facilidad a Coyolxauhqui, quien quedó desmembrada al caer por las laderas de los cerros. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna, siendo Huitzilopochtli el Sol.
Este suceso era celebrado por los Mexica-Nahuatlacas el último día del decimoquinto mes del calendario náhuatl que es Pānquetzaliztli (Levantamiento de las Banderas). En el libro del historiador Rafael Tena «El Calendario Mexica y la Cronografía» publicado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, da como correlación de esta fiesta el día 9 de diciembre del calendario juliano o en su diferencia el 19 de diciembre del vigente calendario gregoriano, con la variante del 18 de diciembre en años bisiestos.

Huitzilopochtli y Tezcatlipoca Azul

Al ser Huitzilopochtli una deidad originaria de México-Tenochtitlan y sin predecesores identificables a los distintos pueblos mesoamericanos, los antiguos mexicas elevaron a Huitzilopochtli a la misma posición de otras deidades más reconocidas como Xipetótec, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca como uno de los Cuatro Tezcatlipocas, dejando reflejado su identificación mítica como el Tezcatlipoca Azul, cuyo reino sagrado o punto cardinal fuese el Sur. Pero tras el auge del México-Tenochtitlan, los culhuas-mexicas habrían separado el nacimiento de Huitzilopochtli en dos mitos individualizados, el Huitzilopochtli nacido de los dioses primordiales Ometecuhtli y Omecihuatl bajo el relato de la creación del universo, siendo quien incendiara al Medio Sol creado por Quetzalcóatl, representando así la voluntad para decidir y ordenar la creación del mundo, el universo y a la humanidad; Mientras el Huitzilopochtli hijo de Coatlicue (la tierra), la cual según el mito quedara embarazada al tocar unas plumas (o alternativamente de Mixcóatl) ayudará a su madre contra su hermana Coyolxauhqui (la luna) y sus hermanos Centzon Huitznáhuac (las estrellas meridionales), que desearon asesinarla por deshonra, símbolizando así la perpetua lucha entre el sol y la luna a través del firmamento como el dios solar patrón del fuego, de la guerra, de las batallas y de las tácticas bélicas.
Por lo tanto y desde entonces los Tlahtoānis de la Gran Tenochtitlan, fortalecian al dios Huitzilopochtli con la sangre humana de los sacrificios, la cual lograría alimentar la vida indefinidamente del Sol sobre la cima del Templo Mayor, distinguiéndose entre dos manifestaciones representadas por dos historias; Tezcatlipoca Azul o Huitzilopochtli (voluntad solar) y Huitzilopochtli (guerra solar)

Fundación de Tenochtitlan

Aztlán significa en náhuatl «lugar de la blancura» o «lugar de garzas» y la leyenda dice que al dejar esta mítica isla dentro un lago del Norte vagaron años hasta que en el Sur se establecieron en Coatepec cerca de Tula. Pero más tarde los seguidores de Huitzilopochtli pensaron irse, mientras los de su hermana Coyolxauhqui querían quedarse. Se libró una batalla en la que los seguidores de Huitzilopochtli se comenzaron a llamar mexicas (mēxihcah, en náhuatl) en honor a Mextli, un dios guerrero. Según la leyenda dejaron de llamarse aztecas cuando se les apareció en sueños a cuatro sacerdotes en el cerro de Chapultepec (hoy absorbido por la Ciudad de México).
Entonces siguieron hacia el Sur hasta que Huitzilopotchi les indicó donde fundar la nueva capital, México-Tenochtitlan en el valle del Anáhuac al medio del lago de Texcoco, una ciudad llena de canales.

Adoración

Señor de una civilización dedicada a la guerra, era un dios eminentemente guerrero; cuando los aztecas tomaron los dioses de las otras culturas nahuas, como la Tolteca, elevaron su dios al nivel de los grandes dioses de Mesoamérica, como Tláloc, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca.

Así, en el centro de su ciudad, Tenochtitlan, construyeron un templo con dos altares, uno dedicado a Tláloc y el otro a Huitzilopochtli. Sobre el templo, cada 52 años se la añadía otra construcción, cada vez más grande,convirtiéndolo de una imponente edificación del mundo antiguo. En las ruinas actuales se pueden ver las distintas etapas de construcción.

A estos dioses se les ofrecían sacrificios humanos: a Tláloc, niños varones enfermos, y a Huitzilopochtli cautivos de habla náhuatl, tomados en combate. Cuatro sacerdotes sostenían al cautivo de cada extremidad y un quinto hacia una incisión con un afilado cuchillo de obsidiana y extraía el corazón. El prisionero estaba completamente cubierto de gris, que era el color del sacrificio, y tal vez estaba drogado, pues los gritos se consideraban de mal gusto en el caso del sacrificio a Huitzilopochtli.

El propósito de los sacrificios a Huitzilopochtli era darle vigor para que pudiera subsistir en su batalla diaria, y lograr así que el sol volviera a salir en el siguiente ciclo de 52 años. Según la tradición nahua, han transcurrido 4 eras que terminaron en desastre, y vivimos en la quinta creación que terminará en un año «uno movimiento», esta fecha se repite cada 52 años en el calendario. Los mexicas pensaban que alimentando al sol, Huitzilopochtli, se podría posponer el fin al menos por otro ciclo. Ellos no pensaban que fuera necesario un sacrificio diario. La Fiesta en honor a Huitzilopochtli se celebraba una vez al año. Esta concepción no es común a los demás pueblos nahuas, y al parecer fue debida al poderoso Tlacaélel, quien además instituyó la costumbre de las «guerras floridas» a fin de que Huitzilopochtli pudiera disponer de cautivos de habla náhuatl.

En la religión mexica, los guerreros que morían en batalla, los que morían sacrificados y las mujeres que morían en el parto estaban destinados al paraíso y quizás para (los relatos y escritos sobrevivientes a la conquista no son muy claros en esto) renacer en esta tierra como mariposas. Por ello se consideraba un honor ser sacrificado a Huitzilopochtli.


Tláloc

Tláloc (en náhuatl clásico: Tlālōc; AFI [ˈtɬaːloːk]) (náhuatl: Tláloc, ‘néctar de la tierra’‘tlalli, tierra; octli néctar’)? se refiere al ciclo vertical del agua desde la evotranspiración en el subsuelo hasta la condensación y la lluvia, el fenómeno se explica desde la tierra de ahí "Tla"-lli "Oc"-tli: Tláloc en la cosmovisión náhuatl-culhua. Bien era conocido en toda el área de Mesoamérica con otros nombres, que originalmente, representaba al agua terrestre, mientras que, por su parte, la serpiente emplumada, al agua celeste; y los mexicas lo tenían como el responsable de los períodos de sequía y lluvias torrenciales y hacían ceremonias para honrarlo en el primer mes del año (ātl cāhualo).
Bernardino de Sahagún y Alfredo Chavero frecuentemente lo describen como el dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos, por otra parte, la voz Tláloc deriva de tlālli, que significa 'tierra' y octli, que significa 'néctar' o 'pulque'. En realidad la traducción literal sería 'néctar de la tierra', y se refiere al momento en que la lluvia penetra la tierra y forma parte de ella. Éste es el dios de las aguas que llegan del cielo, pero no de las aguas que ya están en la tierra, como pueden ser los ríos. Para los ríos y lagos está la diosa Chalchiuhtlicue, que significa "falda de jade". Es hermana o una de las esposas de Tláloc.
culto

Tláloc fue una de las divinidades más antiguas y veneradas de toda Mesoamérica. Su culto se extendió por gran parte del territorio centroamericano. Fue tomado por los nómadas aztecas (así se llamaban los mexicas cuando apenas acababan de salir de Aztlán) que se instalaron en el lago Texcoco, asimilándolo como divinidad agrícola. Siguió siendo uno de los dioses fundamentales de las distintas comunidades agrícolas autóctonas; originario de la cultura de Teotihuacan, dada la caída de la ciudad pasó a Tula, y de ahí su culto se esparció entre los pueblos nahuas. Los teotihuacanos tuvieron contacto con los mayas, de ahí que ellos lo adoptaran o lo identificaran en la forma del Dios Chaac. En la cosmología tlaxcalteca, Tláloc se casó primero con Xochiquétzal, Diosa de la belleza, pero Tezcatlipoca la secuestró. Tláloc se casó otra vez con Matlalcueye, y tiene una hija o hermana mayor que se llamada Huixtocíhuatl.

Tláloc y sus manifestaciones

Ni a Tláloc, ni a los demás Teteo se les puede nombrar como "dios de tal" o "dios de cual", pues aquel concepto equivale más a una teología y cosmología de origen helénico y judaico-semítico. Tláloc no es el "dios de...", es la Lluvia y es el Trueno, y es manifestación y expresión de la Esencia Suprema que se manifiesta de variadas formas al hacerse tangible en el universo.) Como las divinidades mesoamericanas en general, posee una ambigüedad, en cuanto a que Es una Fuerza Suprema en y de la naturaleza (la naturaleza y el cosmos no representan en los términos humanos bondad o maldad, sino más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna; en veces benéficas para los humanos, en veces desastrosas; lo cual implica que, si bien es Dador de Vida, Providencia y Benefactor, también muestra en veces su faceta destructiva, aniquiladora. Así desciende desde el cielo para fecundar a la Tierra y poder cultivar la milpa, para germinar las semillas. Así también envía "los relámpagos y rayos, las tempestades del agua y los peligros de los ríos y del mar"; dicho en palabras del fraile de Sahagún. Dominaba también las fuerzas destructoras y si así era su voluntad podía enviar granizos, inundaciones, sequías, heladas y rayos fulgurantes o fulminantes.Estaba encargado de enviar el agua a la comunidad a través de sus ayudantes, los Tlaloques; Tláloc mismo multiplicado y diversificado, manifestado a veces a los humanos como "seres enanos y antropomórficos" como refiere Juan Carlos Pérez Guerrero-, que desde el interior de los cerros enviaban las cuatro clases de lluvias. Ellos también recibían súplicas y en su honor se realizaban ceremonias y rituales. Alain Musset asevera que, en vez de enanos, son la representación de las montañas que rodean el Valle de México y sobre las cuales parecen formarse las nubes que anuncian la lluvia. Su papel consistía en favorecer la venida de las aguas celestes pero también protegían a los pescadores y los navegantes.

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